Por Luis Martínez Alcántara

La dirigencia nacional de Morena lanzó esta semana un ambicioso rediseño interno en preparación para las elecciones federales de 2027. El partido anunció la creación de una Comisión Nacional Evaluadora de Incorporaciones, encargada de revisar los antecedentes de figuras de alto perfil que busquen afiliarse. El objetivo es blindar la imagen del partido tras recientes acusaciones de complicidad con el crimen organizado y episodios de opulencia alejados de su discurso original.

Como parte de su estrategia, Morena pondrá en marcha 71 541 comités seccionales —uno por cada sección electoral— para defender los logros de la Cuarta Transformación y promover la participación ciudadana. Estos grupos también impulsarán la difusión del semanario Regeneración y darán soporte en procesos internos del partido, para fortalecer su presencia territorial.

Además, se anunció la creación de una “escuela de capacitación y adoctrinamiento” para funcionarios municipales. En ella se impartirán cursos sobre manejo de recursos, planes de desarrollo y ejercicio responsable de fondos públicos, con la intención de homologar políticas públicas y promover transparencia desde lo local.

Bajo la advertencia de autoridades como Luisa María Alcalde y Alfonso Durazo, se lanzó un llamado contundente a cerrar filas y evitar el oportunismo político. La presidenta del partido instó a blindar las alcaldías y frenar el avance de intereses personales, calificando la situación como una amenaza tanto interna como externa.

En paralelo, Claudia Sheinbaum presentó una carta a líderes como Adán Augusto López, Ricardo Monreal y Luisa María Alcalde, en la que retoma los principios fundacionales de Morena: no mentir, no robar y no traicionar. Asimismo, se votaron reglas internas que prohíben la reelección, el nepotismo y actos anticipados de campaña para evitar divisiones y garantizar disciplina rumbo a 2027.

Analistas consideran que Morena avanza hacia una institucionalización profunda, pasando de movimiento a partido hegemónico con reglas claras para selección de candidaturas y control interno. La institucionalización busca consolidar su dominio político, aunque también genera tensiones con liderazgos regionales y facciones internas en disputa por el poder.

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